RESENHA NO JORNAL “EL MERCURIO” de Valparaíso – 23/12/2023

Rubén Darío, periodista deportivo

RELOJ DE ARENA – Por Segismundo

     Un reciente libro rescata la imagem humana, real, de Rubén Darío, el gran poeta padre del modernismo. “Divino e infame: las identidades de Rubén Darío”, trabajo de Luís Cláudio Villafañe, quien se dedicó a recorrer toda la trayectoria del poeta nicaragüense, detallando, ineludible, su paso por Chile.

   Aquí, el joven poeta, ya avezado en las letras, incluyendo el periodismo, era reconocido en su patria, pero el mismo, y talvez su círculo, estima que el confuso mundo centroamericano le queda chico.

  Juan Cañas, escritor salvadoreño y a la vez general aventurero, le recomienda:

-Vete a Chile. Es el país donde debe ir.

-Pero don Juan ?cómo me voy a ir a Chile si no tengo los recursos necesarios?

-Vete a nado, aunque te ahogues en el camino.

   Cañas, “chilenofilo decidido”, escribe Darío, a las recomendaciones suma la acción y reúne los recursos para que el poeta para a ese paraíso austral que era y debería ser nuestro país.

   Un día de terremoto, se embarca Darío, en un vapor alemán de la compañía Cosmos. Gran choque cultural. En la nave solo se habla alemán y nadie entiende el precario ingles del joven. El capitán, buena persona, atiende a su pasajero tropical con cervezas, vinos del Rhin y licores fuertes. Darío aprende los números del idioma de Goethe jugando dominó…

POLO FINANCIERO

   Finalmente, el vapor germano recala en el puerto de Valparaíso. Desde la cubierta se advierte el nervio de la ciudad, con la bahía congestionada con pequeñas embarcaciones, de ida y vuelta, entre naves y el muelle conduciendo, pasajeros, tripulantes y equipaje.

   Valparaíso, 24 de junio de 1886, día de la llegada del joven poeta, es el polo financiero y humano del Pacífico Sur. La ciudad misma es avanzada con transporte público servido por tranvías arrastrados por caballos, luego serían eléctricos, hasta con precursores elevadores inaugurados en 1883, iniciativa de un escritor, Liborio Brieba. Además, la ciudad cuenta con teléfonos con patentes de Edison y de Graham Bell. Hay alumbrado público y domiciliario, industrias pesadas en que se construyen equipos ferroviarios, diarios de importancia nacional como El Mercurio y La Unión. La tolerancia marca la ciudad con cultos protestantes, además del dominante católico, y varias logias masónicas.

   La educación es importante, con un liceo público dirigido por el destacado intelectual Eduardo de la Barra. Además están los prestigiosos colegios privados de los Sagrados Corazones, Padres Franceses, el inglés Mac Kay y el Alemán de Cerro Alegre.

   La construcción de los centros comerciales es de cualidad, a veces impresionante, especialmente de los bancos y de las grandes casas importadoras. Muchas viviendas replican estilos dominantes en Europa.

   El movimiento de las calles es reflejo de la ciudad popera e importante. Claro está que el brillo contrasta con la pobreza de viviendas que cuelgan de los cerros.

   Valparaíso impresiona a Rubén Darío, quien debe buscar un espacio para incorporarse a esta comunidad. Trae cartas de recomendación que le permiten una ocupación en el diario La Época, dirigido por Eduardo Mac Clure. El sueldo es poco, pero algo es algo. En 1887 consigue trabajo en El Heraldo, diario porteño. Es entonces cuando con su esmirriado sueldo, muerto de frío, hace una importante inversión. Gasta 85 pesos en un elegante abrigo que, cuenta el mismo, lo acompaña incluso a Europa.

  Darío, reconocido como un poeta innovador, padre del modernismo, frecuenta círculos intelectuales. Llega hasta La Moneda, donde establece una cordial relación con Pedro Balmaceda, hijo del Presidente, quien incursionava en el mundo de las ideas.

FRACASO ADUANERO

   Gracias a esa amistad -al parecer posteriormente quebrada- logra un cargo en la Aduana de Valparaíso. Dura poco. Simplemente no va a su puesto, como lo recuerda Villafañe en su libro.

   Tampoco prospera en el trabajo periodístico. Tras un comentario en la sección Sports en la Época, es delicadamente despedido. ?Que deporte comentaría?

    Tal vez la hípica, cuando el fútbol era una curiosidad. El hecho es que fracasa como periodista deportivo, pero se impone con su creatividad poética que marca una línea renovadora, expresada en “Azul”, publicado en Valparaíso en 1888. M. Casella sostiene que el autor “se sale de la tradición literaria entonces seguida, y funde en unidad orgánica que es acento personal y pronta asimilación de influencias diversas, las últimas voces del romanticismo… Rubén se aventuraba por primera vez fuera de la órbita de la tradición española del siglo de oro, fuera de las indecisas formas vaporosas del romanticismo… La expresión literaria salió de ello transformada”.

   Finalmente, en 1889, acosado por deudas y tal vez por promesas de amor incumplidas, retorna a América Central. El alcoholismo comienza a hacer lo suyo como telón de fondo a un reconocimiento generalizado a su creatividad.

    Vuelve al cono sur, Argentina, en medio de reconocimientos y buenos ingresos. Pero no se da la molestia de cruzar la Cordillera, ya con Transandino, a Chile.

    Surge la interrogante sobre su afecto hacia nuestro país. El autor Villafañe escribe que la relación del poeta con Chile “fue complexa y agridulce”. Recoge lo expresado en una carta privada:

– “A veces me figuro que he tenido un mal sueño al pensar en mi permanencia en ese hermoso país”.

    Y el otro lado de la moneda:

-“Eso sí que a Chile le agradezco con una inmensa cosa: la iniciación en la lucha por la vida”.

    La lucha termina donde comenzó, en Nicaragua, 7 de enero de 1916, tal vez con un sueño alcohólico confuso de aquel país austral donde “debía ir” de acuerdo al consejo del general Cañas.

                 ***

Resenha no jornal chileno “La Tercera”, caderno “Culto”, 16 de dezembro, 2023

Entrela bohemia, una amistad rotay el modernismo: los años de Rubén Darío en Chile

Pablo Retamal N.

Entre 1886 y 1889, el poeta nicaragüense vivió en Chile. En nuestro país, trabajó en diarios, hizo amistad con el hijo del presidente de la República y publicó Azul, su libro más importante. Una reciente biografía, Divino e infame: las identidades de Rubén Darío, de Luís Cláudio Villafañe, rescata esos años del escritor.

“¡Ve a Chile! Chile es la gloria…”, le dijo su amigo, el escritor salvadoreño Juan Cañas, a modo de consejo. Tras meditarlo un poco, Rubén Darío decidió arriesgarse y tomar la sugerencia. Gracias al apoyo gubernamental nicaragüense, compró un pasaje en el vapor Uarda. Tras un extenso viaje de 19 días, arribó a Valparaíso el 24 de junio de 1886. Comenzaba una nueva vida en Chile.

Darío creía firmemente que en nuestro país se encontraría con algo mejor que su Nicaragua natal, donde no estaba pasando mucho. En sus bolsillos, muy poco dinero y una incipiente carrera como escritor que ya le había granjeado un reconocimiento en El Salvador, amén de sus primeras intentonas con el siempre complejo verso alejandrino. La famosa métrica de 14 sílabas muy utilizada por los franceses.

La historia del poeta acaba de ser recogida en el volumen Divino e infame: las identidades de Rubén Darío, del historiador y diplomático brasileño Luís Cláudio Villafañe y que publica la casa editora Taurus. En sus páginas, abarca desde sus modestos orígenes, a sus últimos días consumido por la cirrosis. Pero también una mirada a esos casi 3 años que el poeta estuvo en Chile.

Consultado por Culto, Villafañe señala que el periplo chileno de Darío -entre junio de 1886 hasta febrero de 1889- fue muy relevante en su vida. “Fue crucial. Desdemuy joven se había consolidado como intelectual y poeta en Centroamérica y aspiraba a nuevos horizontes. Siguió el consejo de Juan José Cañas, un amigo que había sido representante de El Salvador en Chile. Ante la falta de recursos para viajar y sustentarse en Chile, Cañas le dijo: ‘Vete a nado, aunque te ahogues en el camino’”.

Darío llegó con un par de cartas de recomendación, una de ellas la ocupó con el periodista Eduardo Poirier, quien lo acercó a la intelectualidad chilena y logró que El Mercurio de Valparaíso se interesara por hacerle una nota. Luego, con ganas de llegar a Santiago, y a través de Poirier, se contactó con Adolfo Carrasco Albano, y a través de este logró que el director del diario La Época, Eduardo MacClure, le ofreciera un trabajo, exiguamente pagado, aunque al menos le costearon un traje y camisas a la medida.

Por entonces, Darío aún no había publicado su primer libro, y eso lo lograría en Chile. Solo a poco de llegar, el nicaragüense notó un aviso en el diario La Unión de Valparaíso en que se anunciaba un concurso literario. Se premiaría al mejor manuscrito de novela con un monto en dinero y con la publicación en formato folletín y como libro. Sin ser novelista, Darío se entusiasmó y le pidió a Poirier que escribieran juntos una novela breve, llamada Emelina. Esta no ganó, y se publicó al año siguiente, y la crítica fue poco amable con ella. Es que el fuerte del autor era la poesía, no la narrativa.

Pocos meses después, en marzo de 1887, Darío publicó su primer libroAbrojos, se trataba de un volumen en que compilaba los poemas que había escrito hasta ese momento. La verdad es que no lo hubiese conseguido sin toparse con un nombre clave: Pedro Balmaceda Toro. Este, era el hijo del entonces presidente de Chile, José Manuel Balmaceda. Debido a un accidente en su primera infancia, era jorobado y eso lo hacía ser bastante retraído, por ello, volcó sus intereses en la lectura y la cultura. De hecho, habitualmente realizaba animadas tertulias literarias en La Moneda y publicaba artículos en la prensa al respecto bajo el seudónimo de A. de Gilbert.

Al ser un joven acomodado, Balmaceda Toro usaba los ingentes recursos que disponía para fomentar las artes. Era un mecenas cultural y al igual que Darío, estaba muy influenciado por los simbolistas franceses: Rimbaud, Baudelaire, Verlaine. Por ello, se interesó genuinamente en la obra del centroamericano y, junto a Manuel Rodríguez Mendoza, financió la primera edición de Abrojos.

“Con Pedro, Darío pudo frecuentar La Moneda y relacionarse con la alta sociedad, como ambicionaba -señala Villafañe-. Desde el punto de vista literario, el interés común por la literatura francesa, las tierras lejanas y los temas y objetos exóticos tuvo sin duda un gran impacto en el desarrollo estético y literario del poeta”.

Ese acercamiento a la alta sociedad estaba dado por el expreso deseo de Rubén Darío de lograr ascender socialmente en Chile. Sin embargo, se encontró con una muralla infranqueable. Más allá de poder participar de alguna que otra tertulia, nunca pudo establecer mayores nexos que le permitieran cambiar su suerte. Esta es una idea que venía arrastrando ya desde Nicaragua, según comenta Villafañe. “Darío fue criado por la tía paterna de su madre en una situación de relativos apuros económicos, a pesar de que su padre biológico tenía recursos razonables y su hermana, Rita de Alvarado, era bastante rica para los estándares nicaragüenses. Incluso desarrolló una especie de competencia con su primo, el hijo de Rita. La tía Rita financió los estudios de Rubén hasta que él se peleó con su primo. Entonces, ella cortó la ayuda. Por falta de recursos, el adolescente tuvo que abandonar sus estudios y nunca terminó la secundaria”.

“Esta sensación de precariedad económica marcaría la personalidad de Rubén, que poco a poco se fue obsesionando con la idea del éxito, la elegancia y el lujo, algo que se puede ver incluso en su poesía. Aunque, gracias a su talento, pudo ganar mucho dinero, a veces sumas realmente importantes, con su irresponsabilidad financiera dilapidó todo lo que recibía y vivió toda su vida entre extremos de opulencia y momentos de bancarrota. Estas variaciones y la incesante búsqueda de riqueza y posición social se ponen de manifiesto en diversos momentos de su carrera, a menudo de forma verdaderamente cómica y otras veces rozando la tragedia”.

En Chile, Rubén Darío tuvo pocos trabajos estables. A inicios de 1887 dejó el trabajo en La Época para volver donde Poirier en Valparaíso. Luego, Pedro Balmaceda le consiguió un puesto como inspector de aduanas del que terminó siendo despedido por abandono laboral. Posteriormente ganó 600 pesos gracias a un poema sobre la guerra del Pacífico llamado Canto épico a las glorias de Chile.

Parecía que en 1888 la cosa mejoraba con su contratación en el periódico El Heraldo, de Valparaíso. Un diario opositor al gobierno de Balmaceda en el que si bien, no escribía de política, lo hacía sobre diferentes temas. Pero tras solo 8 artículos, fue despedido por el director, Enrique Valdés Vergara, quien le manifestó que aunque escribía bien, el diario “necesitaba más”.

Tampoco ayudaba el carácter bohemio y derrochador del escritor, quien pretendía sostener un estilo de vida elegante sin los recursos para ello. “El alcoholismo y la vida bohemia de Darío son variables a las que dedico bastante atención en la biografía -señala Villafañe-. Su lucha contra la adicción está marcada por altibajos. Hay momentos en los que incluso abandona el alcohol, pero enseguida recae en los excesos. Su bohemia e irresponsabilidad financiera, por otra parte, producen algunos momentos hilarantes de su trayectoria. Hay que decir que se trata de un personaje muy complejo, con muchas facetas, que en diversos momentos intenta reinventarse. A veces logra éxitos, aunque parciales, y en otras ocasiones sufre fracasos monumentales”.

En medio de esa precariedad y estrechez económica, Darío logró publicar su segundo título, Azul. El libro es considerado el hito fundacional del modernismo y que marcó a las generaciones posteriores. Fue financiado por Eduardo Poirier y Eduardo de la Barra, y mezclaba cuentos y poemas. Seguro de su talento, envió un ejemplar al más reputado crítico literario de España, Juan Valera, de la Real Academia Española, quien lo reseñó de manera muy favorable. Esto a pesar de que en Chile tuvo escasa repercusión en lo inmediato.

“Muchos estudiosos de la obra de Darío sostienen que el personaje que da nombre al cuento El rey burgués (incluido en Azul) sería inspirado en Eduardo McClure, su jefe en el diario La Época. En lo que se refiere específicamente a la influencia de su estancia en Chile en su estilo literario, no cabe duda de que la mayor proximidad de la literatura francesa —mucho más difundida y accesible en Chile que en Centroamérica— y el ambiente cosmopolita de Santiago fueron elementos cruciales para su poesía”, señala Villafañe.

Por entonces, su situación financiera se había vuelto insostenible y ello lo obligó a regresar a Nicaragua. Además, ya no se relacionaba con Pedro Balmaceda, con quien se había distanciado. En su libro, Villafañe explora dos causas para este alejamiento: el hecho de que Darío colaborara en un diario opositor al gobierno, y un supuesto comentario del poeta burlándose del defecto físico del muchacho. Nunca quedó claro, y no hubo chance de un arreglo. “Cuando Rubén abandonó Chile en 1889 ya no se llevaba con Pedro. Su viejo amigo murió meses después, mientras Darío se encontraba en El Salvador, y le dedicó una biografía, A. Gilbert, en la que, además de elogiar a Pedro, trataba de defenderse de la acusación de que había sido un ingrato”.

Villafañe hace un balance de la estadía del poeta en nuestro país: “Estuvo alrededor de dos años y medio en Chile. Analizando en retrospectiva, hubo grandes victorias. Sin embargo, en aquella época, para él las dificultades pesaban más que los éxitos y su aceptación en los círculos intelectuales chilenos estaba muy por debajo de sus expectativas, que —hay que decirlo— eran bastante irreales. Y nunca pudo establecerse socialmente, a pesar de que a través de su amistad con el hijo del presidente Balmaceda, tuvo acceso esporádico, aunque desde una posición de inferioridad, a la alta sociedad santiaguina”.

Pese a lo amargo de su experiencia, Villafañe comenta que Darío pensó en volver a nuestro país. “Estuvo a punto de visitar Chile de nuevo en 1912 como parte de una gira promocional de las revistas Mundial y Elegancias, de las que era director. Para darlas a conocer, viajó por España, Portugal, Brasil, Uruguay y Argentina con dos capitalistas uruguayos dueños de las publicaciones, un par de periodistas y un fotógrafo. Desde Buenos Aires, el grupo viajó a Santiago, pero Darío, enfermo, permaneció en la capital argentina”.

“En definitiva, la relación de Darío con Chile fue compleja y agridulce. Incluso llegó a decir en una carta privada que ‘a veces me figuro que he tenido un mal sueño al pensar en mi permanencia en ese hermoso país’. Sin embargo, en la misma carta reconocía la importancia de la experiencia chilena: ‘Eso sí que a Chile le agradezco una inmensa cosa: la iniciación en la lucha de la vida’”.

ENTREVISTA PARA “THE PORTUGUESE NEWSLETTER” da “AMERICAN ASSOCIATION OF TEACHERS OF SPANISH AND PORTUGUESE”, Volume 36, number 2, Fall 2023

Texto em pdf

Destaque

Luís Cláudio Villafañe G. Santos por M. Luci De Biaji Moreira

LM – Sr. Luís Cláudio, o senhor poderia falar um pouco sobre sua carreira aos leitores da Portuguese Newsletter? O que o levou a escolher a carreira diplomática?

Luís Cláudio Villafañe G. Santos – Foi, na verdade, algo fortuito. Na universidade, no Rio de Janeiro, comecei estudando engenharia, não gostei. Depois de dois anos mudei para geologia, segui sem gostar. Por aquela época, meu irmão mais velho tinha passado no concurso para o Instituto Rio Branco. Sem muita convicção e sem estudar resolvi prestar o concurso. Sem ter me preparado, não passei, é claro. Mas me saí razoavelmente bem. Daí estudei para valer e acabei passando.

Mudei-me para Brasília e, enquanto estudava para o exame e em paralelo ao primeiro ano do curso do Instituto, formei-me em Geografia—que era uma das matérias que eu mais gostava no colégio—e no segundo ano do curso comecei um mestrado em História. Anos depois fiz o doutorado, também em História, e desde 2002 tenho publicado livros sobre temas de História e, mais recentemente, biografias.

Ou seja, mantive desde o início da minha carreira diplomática uma carreira paralela como historiador e pesquisador. Como diplomata, já levo uma relativamente larga trajetória. Servi em Nova York, Cidade do México, Washington, Montevidéu, Quito e Lisboa. De 2017 a 2022 fui embaixador do Brasil em Manágua e hoje sou o cônsul-geral em Atlanta.

LM – Como o Sr. vê o Brasil no momento atual, do ponto de vista das relações interculturais Brasil e Estados? Até que ponto essas relações afetam o interesse dos norte-americanos pela língua portuguesa?

LCVS – Tanto o Brasil como os Estados Unidos são países muito voltados para dentro, com culturas ao mesmo tempo muito fortes e muito abertas a influências externas e, assim, sempre em constante transformação. O interesse dos estadunidenses pelo Brasil e pela língua portuguesa, naturalmente, variou e continua a variar com o tempo e as conjunturas. De forma mais estrutural, no entanto, entendo que a profunda transformação que a cada vez maior e mais visível presença da população de origem latino-americana traz para a vida estadunidense reforça o interesse pelo Brasil e sua cultura. O interesse pelo português também aumenta na medida em que a língua espanhola se torna cada vez mais difundida. Ademais, a crescente comunidade de brasileiros e seus descendentes nos Estados Unidos contribui cada vez mais como fator de promoção da língua portuguesa. 

LM – Quais são algumas de suas prioridades, como cônsul do Brasil em Atlanta, para os próximos anos, em termos de divulgação e apoio da língua portuguesa e da cultura brasileira na sua jurisdição?

LCVS – Estima-se que haja hoje nos Estados Unidos cerca de 1,9 milhão de brasileiros e seus descendentes. Essa população é, em grande medida, “invisível” por não estar bem caracterizada nos censos e nas estatísticas estadunidenses. É um número em si muito expressivo e ainda mais pelo fato dessa população estar geralmente concentrada em algumas áreas específicas. Parece-me que é o momento de lutar para que nas áreas onde há grande concentração de brasileiros haja um esforço para sensibilizar as redes de ensino público locais a incorporar a língua portuguesa em seus currículos e, mesmo, pensar-se em alguns casos em escolas públicas bilíngues inglês-português, como há inúmeras em que se ensina em inglês e espanhol. Esse esforço passa muito pela necessidade de que os pais dos alunos façam pressão junto às autoridades escolares. No caso específico da minha área de jurisdição, em Alabama, graças ao esforço dos pais, já há ao menos uma escola com programa de português. No caso da Geórgia, onde há mais brasileiros, urge que especialmente no condado de Cobb e, em especial em Marietta, os pais se coordenem para exigir das autoridades escolares programas em língua portuguesa. Engajar o poder público estadunidense, que dispõe de diretrizes e recursos para isso, será fundamental para consolidar o português como língua de herança no caso das crianças de pais brasileiros. 

LM – Vamos falar um pouco sobre o escritor Luís Cláudio Villafañe G. Santos. Dentre os seus livros, há várias biografias. Que desafio um historiador encontra no escrever uma biografia?

LCVS – Há muitas maneiras de escrever uma biografia, apresentar um personagem, suas circunstâncias e seu tempo. A perspectiva da biografia como gênero historiográfico, que eu adoto, concentra-se muito em situar o personagem, suas escolhas, erros e acertos, na perspectiva de seu momento histórico. Assim, por exemplo, biografei dois extraordinários escritores, Euclides da Cunha e Rubén Darío, colocando o foco da narrativa na vida, nas agruras, desafios e na contextualização das decisões, erros e acertos. Em nenhum dos casos, entrei especificamente na discussão do aspecto estético ou linguístico das respectivas obras, mas sim na sua recepção, leitura social e consequências. Do ponto de vista do historiador, a escrita biográfica é muito instigante porque, entre outras coisas, se está explorando aquele tempo passado por meio da experiência de um indivíduo específico. De certa maneira, é enxergar a história pelos olhos de um morto. É um desafio muitíssimo interessante e, se bem logrado, traz ao leitor ou a leitora uma experiência próxima à leitura de um romance.

LM – Euclides da Cunha (Euclides da Cunha: uma biografia, 2021) e Rubén Darío (Divino e infame: las identidades de Rubén Darío, 2023) foram figuras bastante polêmicas em seus respectivos tempos e países. Por que a opção por biografias de tais autores tão diferentes, política e pessoalmente falando?

LCVS – Cada livro tem sua própria história. No caso do Euclides, eu tinha publicado uma biografia de bastante sucesso sobre o barão do Rio Branco (Juca Paranhos, 2018) e o Euclides aparecia como um coadjuvante muito especial nessa narrativa. Ele trabalhou quase cinco anos no Itamaraty e passou pouco mais de um ano na Amazônia contratado pelo Barão. Esse período era praticamente ignorado nas biografias então disponíveis, mas era interessantíssimo. As duas editoras (Companhia das Letras e Todavia) que contatei com um projeto de livro sobre o Euclides no Itamaraty me recomendaram escrever logo uma nova biografia, pois não havia nada recente. Assim, ampliei a pesquisa e acabou saindo a biografia.

No caso do Rubén Darío, ao ser convidado a assumir o cargo de Embaixador na Nicarágua decidi pesquisar nos arquivos brasileiros o que havia sobre as duas passagens do poeta pelo Brasil. Essa pesquisa, complementada por informações que obtive na Nicarágua e outras fontes, resultou em um livrinho que lancei em 2018, em espanhol, por uma editora nicaraguense. Durante essa investigação, dei-me conta de que as biografias que existiam sobre o Darío eram muito desatualizadas metodologicamente, basicamente hagiografias. Assim, parti para o projeto de uma nova biografia, que publiquei recentemente, também em espanhol, pela Pinguim Randon House do México. 

LM – Em que Euclides da Cunha, uma biografia se diferencia de outras biografias sobre o mesmo autor?

LCVS – As diferenças são importantes. Em primeiro lugar, em termos empíricos, eu trago informações sobre a viagem pela Amazônia e sobre os anos que ele passou trabalhando no Itamaraty com um grau de detalhe e profundidade absolutamente inédito. Ademais, na parte mais conhecida de sua trajetória – vida militar, jornalismo, viagem à Bahia, composição de “Os Sertões”, etc. – eu condenso muitas informações e interpretações que, ainda que conhecidas, estavam dispersas e, sem perder de vista a grandeza do personagem e obra, contorno o tom hagiográfico das biografias anteriores. É um trabalho substancialmente distinto das biografias anteriores.

LM – Em Euclides, o senhor menciona as denúncias feitas por Euclides da Cunha sobre as matanças, a escravização de indígenas e a exploração brutal dos seringueiros, após ter regressado da Amazônia, onde passou mais de um ano. Isso o torna muito atual. Por que esse material nunca foi publicado?

LCVS – Após o sucesso estrondoso de “Os Sertões”, Euclides tornou-se obcecado pela ideia de escrever um “segundo livro vingador”, como ele mesmo dizia. A viagem à Amazônia e as injustiças e absurdos que ele testemunhou por lá eram o material que ele tinha para esse projeto ao qual ele dedicou os atribulados últimos anos da sua vida. Contudo, ele acabou morrendo antes de completar o projeto, na tentativa de assassinar o namorado da sua mulher. O livro acabou não escrito, mas alguns artigos sobre o tema que ele publicou em jornais foram depois reunidos no livro póstumo “À margem da História”. 

LM – Qual foi a participação de Euclides no contexto das demarcações e limites das terras brasileiras, em fronteiras com a Argentina, Peru, Uruguai e Bolívia?

LCVS – Euclides teve um papel importante, ainda que pouco conhecido, na definição dos limites com o Peru e, indiretamente, com a Bolívia, além de ter ajudado, como cartógrafo, na retificação da fronteira com o Uruguai. Ademais de comandar a parte brasileira da comissão Brasil-Peru que subiu até às nascentes do rio Purus para subsidiar a negociação de limites, ele trabalhou como cartógrafo para o Itamaraty e à pedido do barão do Rio Branco publicou o livro “Peru versus Bolívia”, que trata dos limites desses dois países no contexto da negociação de suas fronteiras com o Brasil. Finalmente, Euclides é o autor do estudo e do mapa que acompanha o tratado de 1909 que definiu as fronteiras entre o Brasil e o Uruguai. A contribuição do celebrado escritor para a diplomacia brasileira não é, portanto, nada desprezível.

LM – O que significou, para o senhor, recompor o tempo e a contraditória humanidade de Euclides da Cunha? O senhor tem em mente um novo projeto, alguma biografia em vista?

LCVS – É inevitável desenvolver uma intensa empatia pelos biografados, com suas qualidades e defeitos, fracassos e êxitos. Tenho meus três biografados – Rio Branco, Euclides e Rubén Darío – como parte da minha vida pessoal, como amigos que não vejo há muito, mas que preservo vivos na minha lembrança. Há outros personagens que acompanho e que mereceriam ser biografados, como o Duarte da Ponte Ribeiro, um diplomata do século XIX, ou a escritora Júlia Lopes de Almeida, mas esses projetos ainda não estão maduros. No momento, estou publicando um livro sobre história da política externa brasileira “Diplomatas, território e nação”, que estará saindo, no Brasil, no final de 2023 ou no início de 2024 pela Topbooks.

Publicações selecionadas:

Divino e infame: las identidades de Rubén Darío. México: Taurus, 2023 (em espanhol).

Euclides da Cunha: uma biografia. São Paulo: Todavia, 2021.

Yo pan-americanicé – Rubén Darío en Brasil. Manágua: Editorial HISPAMER, 2018 (em espanhol).

Juca Paranhos, o Barão do Rio Branco. São Paulo: Companhia das Letras, 2018.

O Evangelho do Barão: Rio Branco e a identidade brasileira. São Paulo: Editora da UNESP, 2012.

O Dia em que adiaram o carnaval: política externa e a construção do Brasil. São Paulo: Editora UNESP, 2010.

O Brasil entre a América e a Europa: o Império e o interamericanismo (do Congresso do Panamá à Conferência de Washington). São Paulo: Editora UNESP, 2004.

O Império e as Repúblicas do Pacífico: as Relações do Brasil com Chile, Bolívia, Peru, Equador e Colômbia – 1822/1889. Curitiba: Editora da Universidade Federal do Paraná, 2002.

“Las Relaciones Interamericanas”. In: Enrique Ayala Mora; Eduardo Posada Carbó. (Org.). Historia General de América Latina: Los proyectos nacionales latinoamericanos: sus instrumentos y articulación, 1870-1930. Paris: UNESCO/Editorial Trotta, 2008, v. VII, p. 311-330.